Esta semana quiero compartir con todos los que leen hallazgos, que tras meses (y hablo de muchos, muchos meses) de indecisión, por fin me he apuntado a un gimnasio.
Ya tengo mi llave maestra que abre puertas, taquillas, la barrera del parking y que activa las máquinas del gym con mi programa personal. También tengo mi timetable, con clases de pilates, body combat, aikido, idoor wlking, body pump o krav maga (defensa personal),y eso promete. Y cómo no, ya tengo preparada mi bolsa con todo lo necesario: pantalones, camisetas, calcetines, zapatillas, bikini, kit de baño y toalla, que esto último nunca puede faltar.
Quizá alguno se pregunte que por qué ahora, y aunque podría dar mil explicaciones, la más acertada es que mi cuerpo me lo estaba pidiendo a gritos, porque después de algunos kilitos ganados después de las Navidades, la falta de refuerzo en abdominales y glúteos, la necesidad de dedicarme algún tiempo durante la semana, y que los años no pasan en balde, ya sólo me faltaba ver una valla publicitaria que dijera: SPORT IS ALL AROUND US ,SO BE PART OF THAT WHOLE.
En fin que estoy como unas castañuelas, que ahora (aún sin empezar), sólo pienso en correr sobre una cinta, en relajarme bien estirada, mientras respiro profundamente en mis clases de pilates, y en pedalear en una sala llena de bicis, en lo que bien podría ser una escena de El ataque de los clones ;))
Un poco de historia: Se dice que el primer gimnasio se creó en Estocolmo a finales del siglo XIX. Un total de 27 máquinas diseñadas por el médico Sueco Gustav Zander:
Y bueno, qué puedo decir, ya soy oficialmente carne de gym, ya formo parte de ese todo deportivo que nos rodea, y ahora sólo queda ver cómo de constante puedo llegar a ser…
*Much sport & let’s boogie! !